martes, 8 de abril de 2014

GALERIA DE JUEGOS




Tres  habitaciones, salón-comedor con chimenea, buhardilla, amplias terrazas con hermosas vistas, garaje con trastero, pista de tenis, solariúm, piscina y polideportivos han relegado a un segundo e injusto plano, al olvido, una parte de nuestras casas que nos vieron crecer y jugar de pequeños y que formaron la esencia base del perfume de nuestra memoria. Las galerías. 


En ellas instalamos nuestros juegos de aquellos días, en ellas dibujamos con tiza sus puertas de madera, utilizamos la pila de lavar de nuestras madres como improvisado océano para nuestros barcos de papel o como ínfima piscina para los de menor de talla a costa de clavarnos en la espalda el duro grifo de metal. Incluso sirvieron como base para nuestros incendios de palillos o de plataforma de lanzamiento de cohetes espaciales hechos con cerillas robadas.
Las macetas fueron convertidas en espesas selvas tropicales donde se desarrollaron miles de batallas entre los japoneses, subidos a las ramas de los geranios, y soldados americanos que siempre ganaban.
Hoy en día lo importante es el garaje, el pomo dorado de la puerta, la urbanización, los metros cuadrados habitables y el interés variable de las hipotecas que para algunos serán  el medio para mentirse a uno mismo ante los demás aparentando lo que no se es. Pero no tendrán una galería donde jugar los pequeños de la casa. Se pasaba mucho tiempo en ellas, jugando con las  pinzas de tender a fabricar modernas armas destructivas o a simplemente mirar hacia abajo y observar a la vecina del piso inferior, mientras apoyábamos nuestras barbillas en la barandilla de hierro. Ahora están acristaladas, no entra el sol, no crecen  los geranios, con lo cual no hay batallas entre japoneses  y americanos. Indudablemente es mucho mejor así.
Pero el frescor que sentía en mis muslos cuando me sentaba en el suelo recién fregado con mis pantalones cortos, no lo he vuelto a sentir y tampoco lo he olvidado aún. Me dicen que hay un nuevo parque temático en la ciudad, tendré que ir en bermudas a probarlo. Todo cambia incluso los lugares donde divertirse. Menos mal…

Ramón Pérez

Publicado en el Diario Información

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