sábado, 20 de diciembre de 2014

INICIAR, ACEPTAR, CANCELAR







                                                    INICIAR/ACEPTAR/CANCELAR.



Una vez más estaban allí, sentados uno frente al otro. Formaban una pareja muy unida, día tras día pasaban horas mirándose, insinuándose e imaginándose. Se hablaban poco, muy poco, pero se tocaban mucho. Los ojos de Juan se enrojecían de tanto mirarla, en espera de una respuesta de lo desconocido, de lo oculto, de lo deseado o de la salvación a la monotonía.  El amor oculto en unas letras, la foto robada, la frase penetradora de pasiones sin cara, anhelos de él, de ella, ilusiones sin horizontes en un campo de hastío y rutina enclavado en la salita de estar frente al póster de turno.


Juan estaba a la espera, una vez más, a que ella apareciera asomándose por el vértice inferior derecho. De nuevo creería que era posible que a través de esas líneas se pudieran dibujar las curvas de su deseo, acariciar el cuerpo invisible, inhalar su aroma y sentir el calor de la palma de su mano adherida a la suya. Palabras de amor sucederían a aquellas letras dichas desde un rincón oculto a la vista de los demás, mientras el telediario sonaba en el salón y en la cocina chisporroteaba el frito. Peregrinos de caminos que nunca recorrerían juntos y que jamás recorrerán por esa senda. Dicen que algunos atraviesan ciudades, países e incluso continentes para verse y que el regreso fue sin el retorno deseado. La esperanza atracada por la realidad en rincón desconocido, en un callejón oscuro.  Erupciones de sentimientos jamás dichos, deseos arrancados desde lo más oscuro con palabras desconocidas en sus dedos al escribir. Pasiones nocturnas en sus mentes enamoradas y cuerpos ajados de deseo robado que se desvanecían al despertar y que solo volvían a arder cuando Juan apretaba el  botón de Inicio cada día. El amor por Internet es una nave vacía, una fuente sin agua, un campo abandonado, un coche en el desguace. Es como un carro de labranza con ruedas de coche, como acariciar la seda con guantes de cuero. El amor es tocar, ver, oler y oír todo lo que almacena la otra persona y llevártelo a la nave de tu alma,  es ver como tu deseo brota en la fuente de ella, ver amanecer cada mañana en el campo dándote el sol en la cara, es sentir los pasos de ella a tu lado al caminar, acariciar su  sedosa piel al natural y no poniendo tus dedos sobre su foto en la pantalla. La ciencia avanza para facilitarnos la vida, para vivir más y mejor, para darnos calidad de vida  pero no para sustituirnos el vacío de al lado en la cama y menos si no viven en tu ciudad. Almas deseosas del olvido buscan en la red el limbo donde detener el tiempo mientras se transforman en alguien que no son, escondidos en la oscuridad de la red. Estraperlistas de identidades asentados en los chats nos mienten porque temen decir quiénes son en realidad. Los amigos en la barra del bar tomando unos calamares con vermuts y el amor mejor cuanto más cerca, las discusiones en la cara  y los besos en el cuello.
Juan esa mañana tomó el autobús y al subir se fijó en alguien que estaba sentada al fondo del vehículo y el único botón que deseó tocar no fue el de Inicio.  Estaba en el buen camino.....                  




                                                                                       Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario