viernes, 23 de mayo de 2014

REBELION EN LA DESPENSA


                                                             
El ambiente era tenso ya que por esas fechas navideñas se juntaban ambas capas, las dominantes y las humilladas, en el marco geográfico de la despensa. Siempre se producían enfrentamientos durante esos días entre Diciembre y Enero, como cada año, la abundancia desmedida y los excesos injustificados tenían que dejar paso a la razón, el sentido común y el derecho natural entre ellas dos. Conseguirlo en armonía nunca era tarea fácil y la paz imposible.


Las familias bien de siempre, se aferraban a sus status de alta posición y entre ellas la de los ibéricos, unas de las más influyentes y poderosas con su patriarca al frente criado desde pequeño a las sombras de las más rotundas encinas y situado en su atalaya de madera, armado con su cuchillo afilado en rueda de piedra, controlaba desde la mejor parcela de la despensa a todos los demás mientras que su carne ya empezaba a secarse y la grasa a enranciarse tintándose de amarillo. Otros miembros de esa familia, de forma alargada, comenzaban a gotear grasa mientras, colgados de un clavo en la pared perdían textura y color.Amigos íntimos de éstos, compañeros de mesa y mantel en más de una comida, la familia de La Rioja, junto a ellos, iban perdiendo su hermoso color rubí, sus aromas de roble francés y de notas especiadas y el retrogusto para terminar sus días, tristemente para un noble como él, en un guisado de garreta.
Un poco más arriba encima del frigorífico, vivía otra de las familias igualmente acomodadas del lugar en las fiestas de Navidad, prolifera familia de miembros procedentes de todos los lugares de España se hacían notar; duro, blando, de guirlache, mazapanes, pan de Cádiz, almendrados, mantecadas, manchegos, entre otros muchos, no podían evitar que sus cuerpos se resecasen y se volvieran aceitosos a pesar de alojarse en una de las mejores latas de metal de la casa en lo alto de la nevera. Por último algunos restos de otras familias menores en cantidad, como las de las Rías Bajas a los que frecuentemente se les colaban familiares de otros mares lejanos, como los langostinos, percebes, cigalas, gambas y unos llamados angulas ( gente rara de ver en público) tenían que hacer frente junto a todos los nobles citados, al pueblo llano y sufrido a los que sacan las castañas del fuego día a día y poco a poco van recuperando sus posesiones, arrebatadas a mediados de Diciembre en las despensas. Lentejas discriminadas, garbanzos despreciados, habichuelas olvidadas, lenguados  (amigos íntimos de los pequeños de la casa) y esa especia de relaciones publicas como es el pollo, que se trata tanto en la mesa de postín como en la de diario, alzan la voz para denunciar lo caro que son de mantener a esas familias de alto
standing, que parte de ellas acaban en la basura, que las compramos influenciados por el sistema y que después nos gastamos lo que nos queda de los ahorros en dietas de adelgazamiento y pastillas para el colesterol que tanto nos hace  sufrir, casi lo mismo que esas imágenes de los niños en las despensas vacías de África o de cualquier lugar del mundo. No cambiaremos nunca, el año que viene será igual aunque nos queda el remedio de llevar los domingos a casa de la suegra lo que nos sobre de todo lo comprado de más en Navidad, al fin y al cabo todo quedará en casa.



Relato premiado en el concurso de relato corto " Sin trampa ni cartón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario